viernes, 27 de marzo de 2020

Andrócles y el león

Andrócles era un pobre esclavo que vivía en la antigua Roma. Su amo era un hombre cruel, y lo trataba tan mal que al final decidió fugarse, ocultándose en  una selva. Pero no encontraba comida, y se debilitó y enfermó tanto que pensó que moriría. Así que un día entró en una caverna y se durmió. Al rato un gran ruido lo despertó. Un león había entrado en la cueva y rugía furiosamente. Andrócles sintió mucho miedo, pues estaba seguro de que la fiera lo mataría. Pero pronto vio que el león no estaba enfado, sino que cojeaba como si le doliera una pata.

Andrócles cogió la pata coja del león para ver qué le pasaba y vio que una larga espina causaba ese dolor y se la extrajo. El león, agradecido, lamió las manos y los pies de su nuevo amigo. Durante largo tiempo, el león le llevó comida a Andrócles todos los  días y ambos dormán juntos.

Pero un día unos soldados que pasaban por el bosque encontraron a Andrócles en la cueva y se lo llevaron preso. La Ley de esa época establecía que todos los esclavos que escapaban de su amo debían luchar contra un león hambriento, así que encerraron un tiempo a un fiero león sin comida para la pelea.

Cuando llegó el día, miles de personas se amontonaron en el circo para ver el espectáculo. Se abrió la puerta y el pobre Andrócles salió a la arena. Estaba medio muerto de miedo, pues ya  
oía los rugidos del león. Miró hacia arriba y vio que no había piedad en los miles de rostros que lo rodeaban. Entonces, entró el hambriento león. De un salto llegó hasta el pobre esclavo que soltó 
un gran grito, no de miedo, sino de alegría. ¡Era su viejo amigo, el león de la caverna!

La gente, que espera ver cómo el león mataba al hombre, se quedó maravillada- Vio que Andrócles echaba los brazos al cuello del león y que el león se tendía a sus sus pies y se los lamía. Nadie entendía lo que sucedía. Al cabo de un rato pidieron a Andrócles que contara su historia. Andrócles se plantó ante ellos y, rodeando el cuello del león con el brazo, contó que él y la bestia habían vivido juntos en la caverna.

-Yo soy un hombre -dijo-, pero ningún hombre ha sido mi amigo. Este pobre león ha sido el único que fue amable conmigo y nos amamos como hermanos.                                  

La gente se apiadó del pobre esclavo.

-¡Vive en libertad! -exclamaron todos-. -¡Vive en libertad!

Otros gritaban:                             

-¡Que también liberen al león! ¡Que ambos sean libres!

Así, liberaron a Andrócles y le entregaron el león.  Y los dos vivieron juntos en Roma por muchos años.

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