Del lejano Oriente
viene tres camellos:
Melchor y Gaspar
van de los primeros;
detrás Baltasar
en el más pequeño.
Uno trae juguetes,
otro caramelos
y el más chiquito
solo lleva sueños,
Hasta un pobre establo
les llevo un lucero
y alli, en un pesebre,
al niño Dios vieron.
Melchor le da un tren;
Gaspar, caramelos,
y el buen Baltasar
le entrega sus sueños.
Y el Niño sonríe
y, dango un bostezo,
se pone a soñar
con dulces y juegos.